Con el pesar de mi alma vi caer mi corazón a la tierra; enterrándose bajo los cuerpos. Las dolorosas semillas que cargaba no eran más que de mala hierba, que partió mi cuerpo y lo convirtió en su alimento.
Mientras veía caer la última gota de sangre, un pan toco la mano y otra flor brotó. Quedaba esperanza y era la única que yo veía.
Salieron las lagrimas pero nadie entendió, no lo esperaba. Nadie sabe que tengo dentro excepto yo; y con eso debo aprender a existir.
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