viernes, 14 de mayo de 2010

No, vestida de colores, se fué ¿dónde está?

[...]¡Después explicaba mis sofismas mágicos con la alucinación de las palabras!

Acabé por encontrar sagrado el desorden de mi espíritu. Permanecía ocioso, presa de una pesada fiebre: envidiaba la felicidad de los animales; las orugas, que representan la inocencia de los limbos; los topos, el sueño de la virginidad.[...]

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